Carta a su esposa Aleida March (22 de junio de 1959).
2014.06.19. 07:37
Carta a su esposa Aleida March (22 de junio de 1959).
22 de junio de 1959
Querida Aleida:
Empecé a escribirte en Madrid, seguí en Roma y tuve que empezar de nuevo. Estamos trabajando bastante y comprendemos que nuestra posición no nos permite elegir el itinerario. Por eso hemos visitado museos y otras cosas como las pirámides, etc. que no son tan bonitas como esperábamos pero de todas maneras muy interesantes. Tenemos un programa de trabajo que recién finaliza el 26 de junio, aquí en la R.A.U. [República Árabe Unida] y luego seguiremos la ruta que habíamos trazado aunque agregando un par de países.
Hemos tenido un buen éxito de entrada en nuestra misión comercial y el recibimiento ha sido muy caluroso por parte del gobierno egipcio.
Aunque no lo quieras creer, me acuerdo de ti a cada momento. Espero que le estés metiendo en serio a la máquina, la taquigrafía y el inglés para poder acompañarme en cada viaje que haga, si es que se consigue otro chance.
Me condecoraron con la Orden de la República. Un medallón muy grande que me queda de lo más bonito, no es porque lo diga yo. Ya salí al mercado de plata para comprar tu pulsera pero no encontré nada de lo que esperaba para ti, aunque te llevo algunas cosillas. El viaje hasta aquí fue muy rápido, sin poder ver nada de nada y en la RAU estamos en las mismas condiciones. Estoy durmiendo muy poco y ya se me pegan los ojos. Mañana salgo para Gaza, te cuento los últimos acontecimientos.
Gaza era muy interesante pero por la miseria y el abandono en que viven los refugiados de Palestina. Fui a visitar los oficiales brasileros que están cuidando estos lugares. Establecí nuevas normas diplomáticas de confraternidad entre los pueblos pues me dormí en el hombro del general egipcio que me acompañaba.
Al día siguiente fui a Damasco, de donde pensaba llevarte una tela de esas tan afamadas pero no me gustaron; y aquí dependes del gusto mío. Después de un día completo de trajín, fuimos a Alejandría, la ciudad de Cleopatra donde siguieron los agasajos y hoy retorné a Cairo pero no te puedo seguir escribiendo porque tengo que salir. Hasta luego.
Por la noche salimos a una recepción donde demostré una vez más mis cualidades diplomáticas.
Otro día más y ahora visitamos unas fábricas de armas y explosivos donde me regalaron un rifle y una ametralladora de fabricación egipcia. Todos los días están llenos de trabajo y cada uno de ellos te extraño más; [ilegible].
Estamos viviendo en un palacio bárbaro que perteneció a uno de los mandamás de antes con una serie de criados que agachan la cabeza y corren a hacer lo que uno les dice igual que en las películas. Te hubiera venido muy bien para aprender modales.
Para acabar: Simón dejó dos artículos para Verde Olivo; dáselos a Raúl para que haga con ellos lo que crea necesario; yo no los pude leer.
Me despido para poder mandarte la carta, porque sino no lo haré nunca. Te mando un beso del tamaño de un elefante para que te consueles de mi ausencia, si Villegas no ha logrado hacerlo
Che
Junio 22/59
por la noche.
Fuente: Centro de Estudios Che Guevara.
|