La firmeza del Che durante la travesía del yate Granma hacia Cuba
2014.05.01. 21:36
Mucho antes de descollar como uno de los más aguerridos combatientes y como uno de los más capaces jefes del Ejército Rebelde durante la lucha de liberación nacional en Cuba, ya Ernesto Che Guevara había causado una notable impresión en muchos cubanos que se hallaban en México y que se preparaban junto a Fidel Castro para retornar a Cuba y reanudar la batalla contra la dictadura de Fulgencio Batista.
El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, quien había participado en 1953 en el asalto al cuartel Moncada y después sería uno de los 82 expedicionarios que viajó desde México hacia Cuba en 1956, tuvo la posibilidad de conocer e interrelacionarse con el Che durante los preparativos de la expedición del Granma.
En relación con sus primeros contactos con el Che, y de cómo el joven médico argentino fue descollando como un gran luchador y dirigente político, Ramiro Valdés precisó en el discurso que pronunció el 8 de octubre de 1972, en el quinto aniversario de haber el Che librado su último combate en tierras de Bolivia:
“Conocimos al Che desde los primeros difíciles momentos del exilio, del Granma y de la Sierra Maestra. Fuimos testigos del proceso que él, con sus singulares dotes de cronista revolucionario, se encargó de reseñarnos después: el proceso de cómo un joven latinoamericano, médico, lleno de sueños de justicia, que aspiraba inicialmente sólo a convertirse en un investigador y desde allí servir a la humanidad, tropezó con la amarga realidad de los países de América Latina, entró en contacto con la miseria, con la opresión, con el embrutecimiento y la ignorancia, palpó los grandes males que aquejan a los pueblos hermanos del continente y se convenció de que había tareas más urgentes, más inaplazables y más vitales. Se dio cuenta de que para ser médico revolucionario lo primero era tener y hacer la revolución. Y fue así como, luego del revés de Guatemala en 1954, el Che encontró junto a Fidel y a los futuros combatientes del Granma esa revolución que estaba buscando y en la que hallaría su vocación definitiva”.
Ramiro Valdés también hizo referencia a las características del Che desde el punto de vista político cuando lo conoció en México en 1955: “El Che era ya entonces mucho más avanzado políticamente que la mayoría de nosotros. Aunque no se militaba en ningún partido, podía considerársele como un marxista por su ideología. Había leído las obras fundamentales de Marx, de Engels y de Lenin”.
En México también conoció y trató al Che, Jesús Montané Oropesa, quien igualmente fue uno de los 82 expedicionarios del Granma. Y acerca del Che, de su carácter, modo de ser y su trato con sus compañeros, Montané expuso:
“Alguien que no lo conociera a fondo, podía pensar a primera vista que era un hombre de carácter duro, impenetrable. Pero detrás de esa coraza había un ser humano muy sensible, muy sencillo, y extremadamente puro. Era un hombre que se hacía querer por sus virtudes, y ya se sabe cómo lo idolatraban los combatientes que lucharon con él y todos sus compañeros de la Revolución. Era muy exigente consigo mismo, y quizás por eso, mientras más allegado le resultaba alguien, mientras más afecto le tenía, más exigente y duro era con él. Pero en el fondo lo hacía con mucho cariño, muy didácticamente, muy pedagógicamente. Le explicaba a cada compañero los errores cometidos y sabía tocar las fibras del honor y la conciencia del revolucionario. Puede decirse que fue un verdadero formador de hombres y de cuadros. Tenía una gran sensibilidad humana y un corazón tremendo: el corazón de un verdadero comunista”.
El 25 de noviembre de 1956 el Che formó parte de los 82 expedicionarios que bajo la dirección de Fidel Castro salieron del puerto mexicano de Tuxpan hacia Cuba para reanudar la lucha revolucionaria.
Años después de la victoria revolucionaria, en uno de los trabajos que el Che elaboró y publicó se refirió de la siguiente manera al instante en que se iniciaba la travesía: “En fin, el 25 de noviembre de 1956, a las dos de la madrugada, empezaban a hacerse realidad las frases de Fidel, que habían servido de mofa a la prensa oficialista: “En el año 1956 seremos libres o seremos mártires.”
Y agregó el Che:”Salimos, con las luces apagadas, del puerto de Tuxpan en medio de un hacinamiento infernal de materiales de toda clase y de hombres. Teníamos muy mal tiempo y, aunque la navegación estaba prohibid, el estuario del río se mantenía tranquilo. Cruzamos la boca del puerto yucateco, y apoco más, se encendieron las luces. Empezamos la búsqueda frenética de los antihistamínicos contra el mareo, que no aparecían, se cantaron los himnos nacional cubano y del 26 de Julio, quizá durante cinco minutos en total.”
Si bien es cierto que para ninguno de los 82 expedicionarios resultó fácil navegar en un yate de pequeñas dimensiones, muy sobrecargado tanto por el número de personas a bordo, así como por las armas y otros equipos, así como alimentos, agua y combustible, para el Che por ser asmático y no contar con los medicamentos necesarios fue sumamente difícil.
Como en otras etapas de su vida su férrea voluntad lo hizo sobreponerse.
Uno de los expedicionarios, Faustino Pérez, señalaría al respecto: “Si para todos los expedicionarios aquella fue una difícil prueba, para el Che lo fue doble, pues a las molestias comunes se le sumó un intenso ataque de asma que le duró toda la travesía. Poco o nada le aliviaban las medicinas, incluso las inyecciones de adrenalina que yo mismo le suministré. Pero más irreductible que aquel terco mal, fue su espíritu entero, que no expresó la más mínima queja, ni hizo mella en su esencial optimismo.”
Fidel en el discurso que pronunció en la velada efectuada el 18 de octubre de 1967 en la Plaza de la Revolución “José Martí” también recordó y resaltó la entereza del Che durante la travesía del yate Granma, al afirmar: “Recuerdo que aquella travesía fue muy dura para él puesto que, dadas las circunstancias en que fue necesario organizar la partida, no pudo siquiera proveerse de las medicinas que necesitaba y toda la travesía la pasó bajo un fuerte ataque de asma sin un solo alivio, pero también sin una sola queja.”
[Radio Rebelde]
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